Erider Newbie
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| Tema: Saga Demoniaca de Zariche Parte 1: Miér Nov 19, 2008 9:20 am | |
| Parte N°1 de la Saga Demoníaca:
Desde lo mas profundo de la tierra conocida... Entre las rocas encendidas por el fuego vivo del mismo demonio... Se aloja un mal mucho más poderoso que cualquier otro presenciado durante la historia del Reino. En las raíces del mundo crecía aquella planta maligna, y tendía sus brazos a su alrededor, expandiéndose, y tomando formas inexplicables, pero con un cierto y abrumador terror en ellas. En su hoja fluía sangre, una sangre imperecedera y ardiente, que gritaba con todas sus fuerzas la necesidad de mas muerte, mas muerte que se uniera a ella, que le diera el poder de transformar las almas de los guerreros más nobles, el poder de pervertir las razas y darles su forma, el poder de moldear la realidad a su antojo, un poder prohibido aun para algunos dioses de majestuosidad incomparable... Un elfo se aventuro al escuchar el rumor del despertar, de terribles consecuencias seria el hecho si la maldición allí escondida se liberaba en el exterior, absorbiendo todo lo que tocaba, y usándolo para su provecho. Eligio al hombre con mas destreza del trono de Aden, el tatarabuelo de Zion, que no era mas que un simple plebeyo. Le enseño sus artes en un curso rápido, y con objetos de santidad purisima desperdigados por su cuerpo se adentraron en un reino oscuro y siniestro, que rebosaba de criaturas sin rostro. Juntos se batieron con estas, y finalmente cumplieron su misión, y el elfo, ya con varias heridas, y con un hilo de sangre en su labio, abrió las puertas del recinto en el que ese poder maligno reposaba. Un lecho de piedra fría y oscura servia de soporte a un filo rojizo. El señor de la luz se acerco con el hombre por detrás, y pronto descubrió que alguien le susurraba a la oreja, y grito: “¡NO TE ACERQUES!”; pero de poco sirvió, pues el humano, ya embelesado por las falsas palabras que llegaban a sus oídos, había desenvainado sus dos espadas, y las empuñaba, dirigiéndolas hacia su maestro, que observaba perplejo como su aprendiz le había traicionado, y lo maldijo, a el y a todo su linaje, y prometió que aunque fuera su ultimo pedido, deseaba mas que nada ver a sus descendientes trasformarse en su sombra, en cobardes y traidores por el resto de los días, y que ni siquiera el mas ominoso jarro lleno de oro pudiera saciar sus avaricias. El combate se desato, y transformado en una bestia por las mentiras del demonio allí, el hombre asesino al elfo, y empujo su cadáver a un precipicio allí cercano. Luego volvió y se paro frente a su trofeo. Lo acaricio, sintiendo que su palma y las yemas de sus dedos se quemaban al sentir el metal del arma. Pero no le importo, y la beso, y la sostuvo junto el, hasta que las raíces se unieron al humano, y el y su perdición se fundieron en uno solo, dando a luz a un poderoso guerrero encerrado en aquel objeto. Zariche, había despertado.
Añares después, ya habiendo cambiado el mundo en derredor de aquel páramo oscuro y maldito, un Enano, una criatura llena de ambición y codicia, exploraba los montes de la zona, llevando consigo una masa de gran fuerza, con la que asesinaba a sus oponentes durante la pesquisa. Un individuo encapuchado le había hecho saber que allí, en esa zona, podría encontrar un filo como ningún otro que hubiese visto, y que le pagaría una gran suma si se lo llevaba, en total cien millones de monedas nacionales, por lo que el cazador de tesoros enloqueció de deseo y se embarco en aquella misión. Dos años estuvo en aquel cementerio de almas perdidas, y cierto día, como un rayo de luz, una imagen le llego a los ojos. Una cueva delante de el se hallaba abierta, y las piedras de derrumbe que bloqueaban su entrada hasta horas antes se habían desperdigado por el suelo de fría y húmeda roca. Entro con cuidado pues pisadas de tamaño descomunal podían observarse a metros de allí sobre un fango enfermizo y lleno de insectos. Vio antiguas inscripciones a los costados de su sendero y apoyo sus dedos en ellas, pero los retiro al sentir un escalofrió helado en su espalda. Camino y camino, dejando atrás kilómetros de un extenso vació, y cuando menos lo esperaba observo un boquete en el suelo, y se asomo para ver lo que estuviera debajo. Una luz roja subía desde el fondo de un abismo, y el Enano, lleno de emoción, decidió acortar camino, y lanzo una soga hasta abajo. Cuando escucho el ruido del tendido chocando contra el suelo allí, ato el extremo que él sostenía a una piedra de gran tamaño cercana a su ubicación, que se había soltado del techo por alguna razón indeterminada. Descendió con cuidado, quemándose las manos un poco por la fricción de la cuerda, y tras una docena de minutos llego abajo, con los brazos gelatinosos y lagrimeando levemente. A su alrededor solo se veía niebla, y sentía sus pies algo húmedos, por lo que creyó estar en una cueva submarina, donde de seguro abundarían los tesoros de los piratas dejados por allí. Pero ese pensamiento se borro de su mente cuando al voltear cayo en cuenta de que se hallaba a algunos metros de su objeto principal, y acerco su mano sin hacer ruido a donde se hallaba, temiendo que algún espíritu la vigilara celosamente, pero al tocarla emitió un chirrido de dolor, y una voz monstruosa de palabras inconexas surgió frente a el. Un puño le quebró la mandíbula y una espada le rebano la mano. El Enano callo al suelo e intento pedir auxilio, pero el dolor en su boca era tan fuerte que no podía hablar. Algo lo mordió, y repitió esa acción diversas veces, arrancándole trozos de carne del tórax y las piernas. La luz se apago frente a el, y sintió que moría, y en cierta forma fueron sus últimos momentos, porque no pudo recordar nada mas, ni aun después de la muerte, ni siquiera su infancia, solo el terror que había experimentado allí, todo el resto se había borrado. Despertó en una plaza, allí habían cientos de personas de diversas estaturas, colores de piel, ropas, pelos... ¿Quiénes eran todos ellos? Una Enana se le acerco y lloro frente a el un nombre de alguno, pero este solo pudo articular un “Grgpf”. La multitud se congrego allí, y un grito ensordecedor provino de un punto indeterminado, y la gente cayo al suelo sin fuerzas, intentando soportar esa tortura. Entonces el Enano hablo, y todo el mundo cedió su audición a esas palabras: “Zariche”, luego murió, y nadie supo cual fue su ultimo pensamiento, pero la duda les atormento por siempre. | |
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